



En esta entrada los quiero invitar a reflexionar sobre el mágico placer y éxtasis de vivir el arte en un mundo cada vez más deshumanizado, y donde a veces un sonido etéreo o una iluminación de colores nos llevan a desnudarnos y reflejar, aquella armonía o aquel cuadro, a nuestra propia alma, haciéndonos sentir más humanos y agradecidos de nuestro entorno y de nuestras capacidades.
Les puedo contar que mi acercamiento a la pintura data desde mis primeros años de vida, cuando mis padres para tenerme tranquilo me compraban pliegos y pliegos de carátulas y un par de pinceles, acuarelas, témperas y lápices. Lue go a los 9 años aprendí un poco de técnica de óleo junto al profesor Miguel Anguel Roa y también junto al profesor José Muñoz Parra, y así mi gusto se hace más maduro, cosa que me ayudó a percibir la vida de otro modo.
También tengo una gran relación con la música, que me ha enseñado a llevar un estilo de vida que ayuda de terapia cuando el espíritu necesita alimentarse de nuevos vientos.
Bien aquí les dejo una muestra de mi pintor favorito. Sus cuadros expresionistas hablan por sí solo.